Hay tres 250 aniversarios que celebrar este año 2020, en primer lugar el nacimiento del compositor Ludwig van Beethoven de Bonn, que actualmente está presente en todas las salas de concierto.
Pero 1770 es también el año en que vieron la luz un filósofo influyente y un poeta arrebatador: Georg Friedrich Hegel y Friedrich Hölderlin. El dúo Hegel y Hölderlin son algo así como nombres de marca en la industria cultural. Cualquiera que participe en una conversación culta se dará cuenta de que nadie se encoge de hombros cuando se mencionan los nombres de los dos amigos, pero también se puede encontrar con que el grupo de discusión se sume en el silencio si se atreve a afirmar que no es capaz de enfrentarse a los textos de los dos hombres. Hegel es bastante honesto en sus escritos, en los que se lee,
"La filosofía es por su propia naturaleza algo esotérico, ni hecha para el populacho ni capaz de ser preparada para el populacho".
Y cuando Hölderlin canta las alabanzas del castillo de Heidelberg en un poema, dice "gigantesco castillo del destino", sobre el que "el sol eterno derramaba su luz rejuvenecedora", utilizando palabras que tampoco están necesariamente hechas para nosotros -la chusma-. La fama de Hegel y Hölderlin parece depender de la incomprensibilidad de sus escritos. Una doble biografía de ambos, publicada bajo el título "Dos mitades de la vida", plantea la cuestión de por qué uno se hizo filósofo y el otro poeta, dado que ambos probaron suerte en la otra en su juventud. Obviamente, una cosa exige toda la atención de una persona si quiere hacerla no sólo buena, sino sobresaliente. Sin embargo, en el caso de Goethe y Schiller ocurre lo contrario, ya que ambos fueron capaces de escribir poesía y textos filosóficos, con la ventaja de que algo comprensible quedó plasmado sobre el papel. Mientras subsista un abismo entre el arte y la filosofía, lo que se produce en una mitad de la casa de la cultura sigue siendo incomprensible en la otra mitad. La poesía puede expresar verdades de un modo que sigue siendo inaccesible para la filosofía y que el pueblo ama. Si los pensadores desdeñan esta ayuda, consiguen lo contrario de lo que desean. Entonces no tienen nada que decir al pueblo.
 
                                                                     
                                                                     
                                                                    