Un nuevo estudio ha descubierto que las emisiones de cinco sustancias químicas que agotan la capa de ozono, cuya producción se prohibió para la mayoría de los usos en virtud del Protocolo de Montreal, aumentaron rápidamente entre 2010 y 2020. Las emisiones de estos cinco clorofluorocarbonos (CFC) se deben en parte a fugas durante la producción de sustitutos inocuos para la capa de ozono. Aunque tales emisiones de subproductos e intermediarios están permitidas por el Protocolo de Montreal, son contrarias a sus objetivos, y los aumentos observados son motivo de preocupación.
Según los investigadores, las emisiones de estos CFC no suponen actualmente una amenaza significativa para la recuperación de la capa de ozono. Sin embargo, debido al aumento actual, podrían contribuir de forma significativa a las emisiones totales de sustancias químicas que agotan la capa de ozono en el futuro. Como son potentes gases de efecto invernadero, también tienen un impacto sobre el clima: en total, sus emisiones equivalen a lasemisiones de CO2 de un país pequeño como Suiza en 2020, lo que supone aproximadamente el 1% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en EE.UU. o 1/1000 de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Los CFC son sustancias químicas que destruyen la capa de ozono protectora de la Tierra. En el pasado, se utilizaban ampliamente en la fabricación de cientos de productos, como aerosoles, agentes espumantes para espumas y materiales de envasado, y disolventes y refrigerantes. La producción de CFC para estos fines se prohibió en 2010 en virtud del Protocolo de Montreal. El nuevo estudio se centró en cinco CFC para los que actualmente se conocen pocos usos - CFC-13, CFC-112a, CFC-113a, CFC-114a y CFC-115 - y que tienen una vida atmosférica de 52 a 640 años. En cuanto a su impacto sobre el ozono, las emisiones de estos cinco CFC suponen aproximadamente una décima parte de las emisiones actuales de CFC-11, una de las sustancias más controladas de este grupo.