La filosofía de la Ilustración engloba tres ideas centrales. La primera es que las personas pueden dar respuestas razonables a preguntas razonables y obtener así conocimientos fiables sobre el mundo.
La segunda idea afirma que se pueden encontrar las respuestas buscadas, y la tercera que todas ellas son compatibles entre sí y que no surgen contradicciones. Bajo esta premisa de un mundo completamente accesible a la razón humana, Immanuel Kant, como admirador de la física newtoniana con su calculabilidad de las órbitas planetarias, desarrolló la idea de que la astronomía y probablemente toda la física se acercaban a la fase de completitud y que sus representantes pronto sabrían todo lo que había que saber sobre las estrellas, por ejemplo. Kant consideraba satisfactoria esta esperada plenitud del conocimiento humano, por lo que se sorprendió mucho cuando supo que esta idea enfurecía a un contemporáneo suyo llamado Johann Georg Hamann (1730-1788). ¿Cómo es posible que a alguien se le ocurriera la estúpida idea -decía Hamann- de que pronto no habría más secretos en el mundo? Como si cualquier empresa humana pudiera llegar a su fin y completarse de una vez por todas. Hamann consideraba desconcertante y francamente estúpida la idea de que existan preguntas que puedan responderse de forma definitiva y concluyente, tal y como despotricaba. Conocido como el "Magus (Mago) del Norte", Hamann fue uno de los primeros representantes del emergente movimiento romántico, que contrarrestaba la actitud ilustrada de conocimiento omnicomprensivo señalando que hay cuestiones -como el comportamiento correcto de una persona- que no pueden responderse con la razón. Hamann contrapuso el afán racional de explicación de su época al interés mucho más antiguo por los mitos, que los hombres siempre han utilizado para expresar su experiencia de los misterios indecibles e indecibles de la naturaleza. Para Hamann, Dios no actuó como matemático o geómetra, sino como poeta. Aborda así un momento de creatividad o creación que resultaba inmediatamente familiar al pensamiento romántico, pero más bien ajeno al programa de la Ilustración. El poder creador tanto de la naturaleza como de la humanidad destruye cualquier esperanza de que el mundo sea predecible y no permite que el futuro sea algo fijo (determinado). ¡Permanece abierto!
"¡Dios no actúa como un matemático, sino como un poeta!".
