El programa de la Ilustración era el "desencantamiento del mundo", como escribieron los científicos sociales Max Horkheimer y Theodor W. Adorno en sus fragmentos filosóficos escritos en los años 40 en EE.UU., que se hicieron famosos con el título "Dialéctica de la Ilustración" y son celebrados en los círculos intelectuales como el libro del siglo.
El despectivo término "desencantamiento" se remonta al gran Max Weber, aunque hay que recordar que la filosofía de la Ilustración surgió tras el nacimiento de la ciencia moderna en Europa y fue capaz de aportar conocimientos a la ciencia natural, con cuya ayuda el mundo no se desencantó, sino que, por el contrario, se encantó, como puede leerse en mi libro "El encantamiento del mundo" (2014). Volviendo a la "Dialéctica de la Ilustración", que viene a decir que el pensamiento asociado "quiso disolver los mitos y derrocar la imaginación a través del conocimiento" para hacer previsible el mundo, controlarlo racionalmente y eliminar de él cualquier misterio, cabría añadir. Creo que este empeño ha fracasado y que las tesis presentadas carecen de validez en un mundo que desde hace tiempo está impregnado de ciencia y depende de sus conocimientos. La "dialéctica de la ilustración" se ha producido efectivamente, pero de un modo que deja frío al dúo de sociólogos que se orientaron política y socialmente y constataron el desastre que las guerras mundiales habían traído al mundo. Se trata del aspecto epistemológico, es decir, de las paradojas de la Ilustración, que se manifiestan en el hecho de que el "encantamiento del mundo" se ha producido por su explicación científica y se observa una vuelta al mito (narración) en las narraciones (relatos) de las ciencias naturales - los periódicos hablan a menudo del mito del gen o del mito del átomo. Al mismo tiempo, la imaginación de la gente se ha vuelto más importante para entender el mundo que cualquier conocimiento. Así ha ocurrido también en la investigación del ADN. En 1953, investigadores como Rosalind Franklin y químicos como Erwin Chargaff se esforzaron por generar y recopilar el mayor número posible de resultados de mediciones. James Watson y Francis Crick, por su parte, querían construir modelos de ADN con lo que había disponible y con sus ideas. En su imaginación, ambos creían haber resuelto el secreto de la vida con la doble hélice. En realidad, sólo lo habían encontrado. Al menos eso.
