Dado que en un edificio en llamas pueden alcanzarse temperaturas mortales de unos 1.000 grados centígrados, es importante evitar cualquier riesgo innecesario. Los robots voladores podrían ayudar en estas operaciones. Investigadores del Empa y el Imperial College de Londres están desarrollando un dron resistente al calor que puede proporcionar datos iniciales desde el centro del peligro.
El calor extremo generado por un incendio es demasiado grande para los drones convencionales. Cerca del fuego, el armazón se funde y la electrónica se rinde. Por eso hay que proteger los motores, las baterías, los sensores y la electrónica. Los investigadores de Empa han logrado sintetizar un material aislante capaz de soportar altas temperaturas. Los científicos se inspiraron en la naturaleza, más concretamente en los pingüinos, los zorros árticos y los salivazos, que viven a temperaturas extremas. El resultado fue un aerogel, un material ultraligero formado casi en su totalidad por poros llenos de aire rodeados de una capa de sustancia polimérica. En este caso, los investigadores eligieron un aerogel basado en un plástico de poliimida.
El aerogel reforzado con fibra de vidrio encierra el corazón del dron, protegiendo del calor la fuente de alimentación y la electrónica (Imagen: Empa)
Los aerogeles de poliimida también están siendo investigados por la NASA, por ejemplo para el aislamiento de trajes espaciales. Actualmente, el dron está equipado con una cámara de imagen térmica. La aeronave ha superado con éxito la prueba de fuego, aunque en una llama de gas limpio. Pronto se enviará a una llama de aceite humeante para comprobar su idoneidad para el uso práctico. Al mismo tiempo, también se está probando la resistencia al frío del aislamiento para su uso en glaciares o en las regiones polares.