Una de las cosas que creemos saber con certeza es que los árboles eliminan del aire el gas de efecto invernaderoCO2. Esto ha llevado a la esperanza de salvar el mundo mediante la reforestación masiva, lo que supone una sorprendente variación del plan de Martín Lutero de plantar un manzano hoy aunque supiera que el mundo se acabaría mañana.
Sin embargo, como informaron los periódicos en los días previos a la Pascua de 2021, la selva amazónica está perdiendo cada vez más su capacidad de almacenar dióxido de carbono. Según nuevos cálculos, ya no contribuye a aliviar la atmósfera sino, por el contrario, a calentarla. Los científicos siempre han temido que se agotara la capacidad de la selva para absorber dióxido de carbono, pero ahora han descubierto que se trata del factor climático metano. Se produce como consecuencia de las inundaciones en la cuenca del Amazonas, a las que los árboles se han adaptado creando un tejido esponjoso que forma canales de aire en las raíces. Estos canales absorben el metano del suelo y lo canalizan hacia los brotes, desde donde escapa a la atmósfera.
Este gas de efecto invernadero tan eficaz sigue aumentando como consecuencia de la agricultura de tala y quema, que convierte la selva tropical en pastizales. Cuando los árboles se queman, también se libera óxido nitroso, y este N2O(óxido nitroso) tiene un efecto invernadero aún más dramático. Esto significa que si la selva tropical pierde su efecto protector y fracasa como amortiguador del clima, los seres humanos deberán hacer esfuerzos aún mayores para crear un mundo sostenible, y esto nos remite al manzano de Lutero, por el que el monje pensaba menos en el miedo a los gases de efecto invernadero y más en la esperanza de la vida y en una contribución humana a la preservación de la creación divina. La modernidad se ha vuelto más escéptica, y los investigadores del clima señalan que el aumento masivo de las zonas forestales está dando a la Tierra una cara más oscura, lo que significa menos reflexión de la luz solar porque atrapa más rayos de calor en el planeta. Uno piensa en el Fausto de Goethe, en el que el diablo dice que siempre quiere el mal mientras crea el bien. El hombre actúa como su contrario. Constantemente quiere hacer algo bueno, y como resultado el mundo está cada vez peor. Sin embargo, no podemos intentar hacer el mal.
